
Son imprevisibles los ingredientes que usa el alquimista. Nadie imagina qué va recolectando, para luego mezclar las porciones en partes, no siempre iguales, no siempre en el mismo orden. Con letra irregular, el proceso queda registrado en pequeñas hojas de un papel dudosamente blanco.
A veces los ingredientes tienen un origen poco común. La magia puede venir aún de las más adversas circunstancias; un viaje de muchas y largas horas, un verano incierto y lleno de dudas, lágrimas y también risas.
Yo miro el resultado, tan ecléctico y desmesurado, que aún no puedo creer que hayan salido de sus manos semanas que empiezan los viernes por la tardecita, martes convertidos en comienzos de fin de semana y cuidadores de perros a domicilio.
Yo miro desde mi ventana privilegiada, cómo se cocinan las pócimas en la pequeña habitación, cerca de la bahía, mientras los flamboyanes explotan y manchan sin escrúpulos el cielo de todos los días.