
No es ni la alergia, que el aire acondicionado se empeña en empeorar. No es el calor y la humedad. No es el mal sueño que ahoga tu garganta.
Es todo junto.
Es tocar mi cuello y saberlo desnudo, mientras veo el dije rodar sin remedio por el tragante de la bañadera y la cadena, rota, en algún lado, cerca.