
«París era una fiesta» Ernest Hemingway dixit.
À tout à l’heure, es la frase que dicen los franceses cuando se despiden, sólo si saben que el reencuentro será pronto. Así me despedí de París hace catorce años. Porque es una certeza que volveré a pisar el barrio de Belleville, donde viví veintidos días; porque bajaré caminando, otra vez, por Rue de Belleville hasta que se convierte en Rue de Temple y se choca con la Plaza de la República y su insoslayable monumento. Ese camino lleno de inmigrantes de todos colores, aromas y sabores que a veces hice bajo la lluvia o bajo el sol de noviembre, mientras no perdía de vista a la Tour Eiffel, asomada entre edificios y nubes.
Mis recuerdos de París pueden aparecer en una lista como esta.
1.- Hay un único Descartes: René.
2.- Tour Eiffel.
3.- Quartier Le Marais, donde está Chez Robert et Louise, un restaurante en el que se come muy bien y cocina un cubano.
4.- Musée du Louvre.
5.- Notre Dame.
6.- Shakespare & Co.
7.- Un libro de poemas de Raymond Carver.
8.- Un collar de piedras de Harpo.
9.- Le Progress, un bar que también está en Le Marais.
10.- Musée d’Orsay.
11.- La palabra «Accueil» quiere decir recepción.
12.- El Sena y sus puentes.
13.- Cimetière du Père Lachaise.
14.- La Basilique du Sacré-Cœur de Montmartre.
15.- Le Bariolé y su côte de bœuf.
16.- Tomar un kir de aperitivo.
17.- Île Saint-Louis.
18.- Michel Legrand en el Olimpia.
19.- Musée Picasso.
20.- Los quesos de leche cruda.
No hay preferencia en ese orden. Cada uno de ellos fueron vivencias que disfruté y me llenaron los ojos, que mantuve bien abiertos; atentos, registrando.
El que pueda, vaya a París. O viaje, leyendo algo sobre la ciudad más hermosa que he visto.
A Marthica y a Walter, por supuesto.