Se terminan las vacaciones aún cuando el verano sigue en Buenos Aires.
La ciudad está medio vacía y la invitación a recorrerla todavía se cuela por la ventana del cuarto, para luego meterse en el baño, la habitación de Ana, rozar ligeramente los libros, desembarcar en el living antes de llegar a la cocina, donde comparte conmigo un café, mientras me susurra al oído (para que él no se entere) el itinerario del día.
Se terminan las vacaciones y no sé cómo voy a soportar, a partir del lunes, una hora sin respirarlo.
Buen fin de semana.