Bicicleta

El sol, el calor y el buen clima de diciembre son los dueños del verano.
Alguien cercano me ha hecho notar un detalle de la ciudad. Y es a partir de esa observación que me fijo, mientras camino largamente en estos días, para confirmar que sí: la mayoría de las bicicletas que ruedan por Buenos Aires están conducidas por mujeres.
Pienso en varias razones que me llevarían a una disquisición de género: que si las mujeres son fuertes en lo físico, y por ello eligen ese tipo de transporte que exige cierto estado aeróbico y de bienestar en las articulaciones; que si los hombres prefieren viajar en el subte o el colectivo, para no mancillar su reputación de traje y corbata yendo a la oficina de la city porteña. Pero no. Prefiero mantener en mi cabeza la imagen de Audrey Hepburn y su elegancia a pedal por las calles de Roma, quizás en un verano muy parecido a este, de aquí y ahora.

Update 17-12-2010.
Un amigo ha hecho una acotación importante. Lo que conduce Audrey Hepburn en la película Vacaciones en Roma es un Scooter y no una bicicleta. Y aquí hago honor a su comentario. Gracias Nacho.

En la bruma de la tarde

Robert Doisneau. Les amoureux.

El calor arrecia a pesar de que el sol no aparece. La humedad hincha los bronquios y las puertas de madera. No sabemos qué hacer después del almuerzo en medio del bochorno denso de Buenos Aires, esta tarde.
Leo un e-mail en voz alta, lee un poema de Bolaño en voz alta.
Lo miro. Sus ojos se duermen, pero sigue leyendo.
El ruido de la calle se cuela despacito porque es sábado en el contrafrente. Hay una muchacha francesa ahora mismo en este cuarto. Él la mira y sonríe. Él la mira y dice: llévame a Francia.

En vela

Él duerme. Me asomo a su pesadilla para intentar convertirla en una lagartija o en una arañita, de esas que tejen entre las ramas del jardín. Quizás si hago un esfuerzo puedo poner un árbol en ella, para que me abrace. Él duerme. Y sigo despacio a su lado, cuando vuela hasta aquí y se acurruca, moviéndose hacia la izquierda. Ya me hice un espacio en esa parte de la cama. Ya le hice lugar para sus cosas, en el armario de la pared.
Él duerme y yo espero que despierte.

Cordón

Una cazuelita. Un símbolo de que tenemos la misma edad, que somos de la misma generación.
Es para quedarse un rato, buscando en el fondo, quién sabe qué. ¿Tú sabes?
Yo te aviso que una vez que estás ahí, es muy difícil salirse.
Es la puerta que entra a un laberinto. La entrada de un pasillo que lleva a un lugar seco y caliente. A un lugar entrañable que se mueve a setenta, o quizás a noventa, pulsaciones por minuto.