Mi padre solía escribirme de puño y letra. Una carta por semana: eran los años en que yo vivía en el D.F. Mi padre era muy poco dado a expresarse con sentimentalismos. Sus cartas eran exactas: describía los acontecimientos familiares con precisión de relojero y nada más. Pero yo sabía leer entre líneas. Un lunes, en su carta semanal, me transcribió una cancion de Serrat. Hace veintiséis años que me fui de la isla. Y tenía razón mi papá, “Qué va a ser de ti, lejos de casa, nena qué va a ser de ti”.