Gente y sus compact cameras, por todos lados. Flashes y más flashes. Me veo yo también ahí, aún cuando tengo desactivada la luz para las fotos.
Hay muchos policías.
Entristezco enormemente cuando veo los agujeros y la ausencia de esas siluetas en el actual paisaje del Financial District. Es la misma tristeza de hace diez años. Porque el hijo de Susana ya vivía en Brooklyn y lo primero que me pasó por la cabeza fue llamarla; para saber algo. Si había podido hablar con él, al menos. Luego ví las fotos que ese mismo muchacho tomó desde la Promenade. Tremendo. Pero él estaba bien y eso era lo más importante.
Ahora es distinto (¿o no?). Ahora es como un gran espectáculo. Y no creo que me interese conocer algo más sobre el 9/11. Yo sólo me conformo con saber que Ernesto, que aún hoy vive en Brooklyn, está bien. Ernesto, el hijo de Susana. Mi amiga Susana.