Él es un hombre muy famoso. Sus discos desde hace 40 años suenan en muchos oídos; en grandes conciertos y en habitaciones mínimas. Él es un hombre que se ha hecho mayor cantando y escribiendo canciones que no han envejecido, como él. Hasta es posible que ahora, sea un viejo cascarrabias que cuando supo la noticia de la muerte de ella, lloró otra vez. Lloró, pero ya no pudo cantar la canción que le escribió en 1962. Porque de golpe se le acumularon todos los recuerdos: los de la muchachita y el cantor caminando abrazados cerca de la esquina de Jones Street y la 4, en el Village.
Por eso le pidió a otro que la cantara por él.
Don’t think twice, it’s all right de Bob Dylan. Por John Mayer.
Muy bien, Zoe, muy bien. Y sin embargo…
Los amores naufragados nos tocan a todos, la muerte, los recuerdos, el llanto que nos deja sin voz, son patrimonio común. Lo que no es común, lo que se da una vez cada cien años, es un tipo que escriba —y cante— lo que él alguna vez le escribió —y cantó— a ella:
Ah, my friends from the prison, they ask unto me
“How good, how good does it feel to be free?”
And I answer them most mysteriously
“Are birds free from the chains of the skyway?”
Gracias por esta evocación.
Tersites
Tersites, soy yo la que agradece tu visita por estos lados.
Es una evocación, usando la misma palabra tuya, a ese lado común que tenemos con Bob.
Porque a lo que está fuera de lo común, en él, sólo nos es posible asistir como espectadores.
Un beso.