No hace tanto tiempo nos reuníamos en casa de algún amigo a pasar el rato y terminábamos jugando. El cadáver se armaba así: persona A escribe una frase en una hoja de papel, dobla el pedazo, de modo que no se pueda leer y le pasa el papel a persona B, quien repite el procedimiento, pasando la hoja a persona C, hasta que llega al último. Al final, se desplegaba el abaniquito en que se había convertido la hoja y en voz alta se leía, como un párrafo, todo lo que allí estaba escrito. Verdaderos hallazgos aparecían en esa lectura. A veces había una extraña conexión entre las frases, como si las hubiese escrito la misma mano.
Algo así, pero aprovechando el timeline de un hashtag de Twitter es lo que hicieron de manera bastante original, para mi gusto, un grupo de amigos y colaboradores. El germen de la idea, los participantes directos y todos los créditos, se pueden chequear en Bajo la influencia y en Las TermóPilas. Ellos lo explican perfectamente.
Y el resultado, justo aquí y ahora, también.
#yoconfieso por Juan Zelada.
Muy bueno el resultado de ese experimento.
Besos