…y la Tierra tiene un tono azul

Fragmento de la frase dicha por Gagarin.

Blue Earth

Llegué a casa y Ana me grita con orgullo:
– ¡Mamá, hoy es el día de la Tierra!
– Sí y ¿sabes por qué?
– No. ¿Me lo contás?
– En el año 1961, un 22 de abril, Yuri Gagarin fue el primer hombre que vió a la Tierra desde el espacio.
Ana me escuchó con atención, aunque los ojitos le brillaron más cuando supo que Gagarin dijo que se veía azul desde allá afuera.
Pero no. Me equivoqué. La Tierra fue vista por el astronauta soviético el 12 de abril de 1961 y hoy es el Día de la Tierra porque se le ocurrió a un senador en Estados Unidos.
Mmm, estos días que he charlado tanto de las dos polaridades en las que ya NO se divide el mundo, políticamente hablando, tenían que terminar con un acto fallido.
O es sólo falta de información y de memoria.

Waits

Un día puso sobre el escritorio donde yo trabajaba una caja de cartón. La caja era una igual a esas en las que vienen los CD’s nuevos. Yo no entendía el regalo; porque todo parecía indicar que era un regalo. Él siguió hasta el otro pasillo, dejándome sola con el descubrimiento y la incertidumbre. Abrí las tapas de la caja y adentro habían muchos discos, con sus carátulas muy prolijitas. Saqué el primero, el segundo, el resto. Así apareció ante mis ojos toda la discografía, hasta ese momento, de Tom Waits. Ahí están, cerca de mí, aún, mil veces escuchados, disfrutados.
Su voz que raspa, su figura flaca y maltrecha de alcohol, trasnoche y cigarrillos, su enigmática y sui generis postura en conciertos y películas son parte de una leyenda de 63 años que todavía acompaña mi lifetime.
Y esas canciones que cobran significado, en ciertos momentos, como aquí y ahora.

Take me home por Tom Waits. One from the heart. Original Soundtrack, 1982.

Viento

Si no fuera por la cercanía de un ciclón, te diría que es un lujo este viento que ahora sopla y obliga al gesto recatado que acomoda el vestido. Si no fuera por que estás ahí cerca, como ese ciclón, me hubiera perdido en las lágrimas, hoy, tan lejos de su recién estrenada pubertad.
El viento y esta luz que se va poniendo cada vez más oblicua son mis aliados, hoy.
No es el viento de abril, del que habló el poeta. No juega, no bromea. Peligran la sombrilla y las macetas del jardín.
Me paro frente a él. Olvido la mano y el gesto. Se alza la falda con cierta brusquedad.
No hay nadie en la calle, no hay ni una mirada.
Solos, el viento y yo.

En paz

El gato duerme en la cocina
mientras la lluvia corre afuera.
Cien y mil años de penumbra.
La tarde sólo un soplo afuera.

El gato duerme desde cuándo,
la lluvia es otra y otra, afuera.
El gato en paz, en paz el sueño,
y el agua hacia la mar
afuera.

Eliseo Diego. La Habana, 1920 – Ciudad de México, 1994.