Eras tan chiquita, que podía apoyar tu espalda sobre mis muslos y verte completa. Me gustaba tenerte en mis brazos, tu mejilla apoyada en mi hombro mientras yo cantaba o tarareaba alguna fuga de Bach.
Mi voz, desafinada siempre, no te molestaba, creo. No como ahora, que me dices, «calláte má!» con tu acento porteño.
Recuerdo muchas canciones de esa época, de ese invierno del 2003.
Especialmente una, que ahora vuelvo a cantarte, al oído, bajito, para que sólo la escuches tú, Ana.
Dale play y presta atención, hija.
You can close your eyes de James Taylor.
Por Eddie Vedder y Natalie Maines.