Llegué a Amsterdam como a las once de la mañana. Hacía mucho frío para ser otoño. A lo mejor porque fue en el 2007. Sí, seguro que por eso hacía mucho frío en otoño. Y, aún sin respirar los aromas locales, me subí a una bicicleta para verlo a Chet Baker. Chet Baker fue mi novio hace un tiempo. Cuando yo no era así y él tampoco. De hecho, para nunca olvidarme de esos años, me tatué en el hombro la fecha del mismo día que él murió. El 13 de mayo de 1988.
En París, donde nos vimos por primera vez, él cantaba con Elvis (el otro) y con Morrison. Recuerdo que me metía con mi abriguito a cuadros y mi boina negra debajo del piano, porque también allí hacía un frío tremendo. No tenían dinero para calefacción, los pobres.
Pero la música, ya sabes, inmensa también, como el frío.
Me gustaba más Chet cuando cantaba bajito, así como hablando. No me gustaba cuando se iba a revolver libros y yo me quedaba cocinando. Encima se iba sin el teléfono y yo perdía su rastro por unas horas. Eso sí, luego al regreso, se comía todo el salmón y el guiso de papas asadas con zanahorias. Él mismo elegía las zanahorias en el mercado. El guiso siempre llevaba jengibre, porque yo sabía que le gustaba.
Ahora mismo, por ejemplo, lo escucho. Pero tocando la trompeta. Y me gusta. Como antes.
You don’t know what love is por Elvis Costello y Chet Baker. Live at Ronnie Scott’s.
El texto es buenísimo, siempre consigues engancharme con fuerza.
FELIZ AÑO NUEVO 2012, querida ZoePé.
¡Feliz Día de los Santos Inocentes, querida Esther!
Y que empieces muy bien el 2012, haciendo esas maravillosas fotos.
Un beso. Muchas gracias por pasar y mirar.
Ahí lo tienes a Chet con Elvis, el otro. Me alegro de que lo hayas escrito. Dan ganas de irse para Amsterdam ya.
Besos, Zoe.
José, esta fue mi mirada de Chet Baker. Muchas felicidades. Un beso.