Me pregunto quién nos ha dado el derecho de estropear nuestro planeta. Kurt Vonnegut
¿Cuánto he visto y leído de la gente que vive en las latitudes más orientales de este planeta?
Cuando era niña y jugaba con mi hermano y mi prima, los samurais fueron héroes de nuestros juegos, en medio del calor del Caribe. Mi hija, ahora, se deleita con los dibujitos de Puka. Anoche comíamos sushi en casa, contentos de poderlo hacer y disfrutando de la comida que, en broma, decimos es la mejor del mundo mundial.
Pero la tristeza de las noticias de estos días es lo que no deja de darme vueltas y vueltas en la cabeza, al ver tantos testimonios en fotos y en videos, hechos con aparatos móviles, no se si por deporte o por auténtica necesidad de difundir lo que no debiera ocurrir nunca más.
Más allá de la catástrofe natural que son un terremoto y un tsunami, me pregunto, ¿por qué tanto dolor alrededor de la central nuclear de Fukushima? Y porque la irresponsabilidad humana no encuentra límites, aún frente a estos desastres previsibles.
Siento pena por la gente de Japón, que como sociedad ordenada, no saquea, colabora con sus semejantes y espera mejores noticias. Siento pena, porque es tremendo el daño que todo esto va a dejar y las secuelas todavía nadie las puede cuantificar. Siento pena por todos nosotros, los seres humanos que no vemos, que no queremos ver, para dónde va esta locura.