Un libro de cumpleaños

Hotel room. Oil on canvas, 1931. Por Edward Hopper

I

Es temprano. Como ocurre casi siempre, no duermo la mañana, aunque pueda. Me levanto con ganas de café, café La Llave. Preparo la cafetera y casi en un minuto, el aroma ocupa mi espacio. Un poco de azúcar en la taza (la otra taza lleva un toque de leche, con espumita y canela en polvo) y el mundo empieza a tener forma a partir del primer buchito. Ah! Una delicia, la verdad.

II

Vuelvo a un libro de Murakami; quiero recopilar las canciones de After Dark. Hace un par de días que lo terminé de leer. Es como el guión de una película que transcurre durante la madrugada y cada capítulo está señalado con un reloj que marca siempre la noche. Todos se mueven y se cruzan en bares, hoteles de trampa, tiendas abiertas las 24 horas y una oficina que escucha a Bach y a Scarlatti, mientras en ella, un tipo frota su mano mentirosa y golpeadora. Todos solos. Como en los óleos de Edward Hopper.
Murakami pone un sonido ecléctico a su historia. Me gusta que la timidez de Takahashi suene a jazz: Sonny Rollins, Duke Ellington, Curtis Muller. La timidez de Takahashi me gusta, a secas.

III

– No se envuelve para regalo hasta Navidad – dijo la muchacha amable y fría, cuando compré el libro para Maritza.
Entonces lo tuve ahí, cercano. Y no quiero que ella sepa que lo leí antes de dárselo, pero era muy tentador. Yo sólo quería escuchar el soundtrack de la soledad.

Versiones

Te quedas escuchando, porque te suena eso que oyes. Antes se te había cruzado, de otra manera, otra síncopa quizás, otro arreglo, otra manera de poner la o las voces. Y reconoces que te gustó. Vuelves al original, lo repasas varias veces y de nuevo escuchas el cover. ¡Bien! dices, te gusta, te gusta mucho.
La recreación, la interpretación distinta de una canción, puede ser una nueva. Al menos eso me pasa con algunas versiones, como la de Jeffrey Gaines.

In your eyes by Jeffrey Gaines.

Un punto de luz

Todos los días son el mismo y no. Cada hora resignifica la anterior y así, hasta tejer una tela de minutos nuevos.
También la lluvia de las tardes, las flores que ya nos dejan y que aún alcanzo a ver por esta ventana.
Un punto de luz, adentro. Una luz en plural.

Por Sara Tavares

Cyndi

Siempre me gustó más que Madonna. Contemporáneas. También, coterráneas, aún cuando Madonna es newyorkina por adopción.
New York se le sale a Cyndi por la voz. Y sus 58 años son un lujo para la música y para nosotros, cuarentiañeros nostálgicos, que buscamos sus viejos discos en Spotify y en YouTube, hasta tropezar con esta joyita, en acústico, de una de sus memorables canciones.
¡Larga vida a la reina del pop! (de Queens)

Por Cyndi Lauper. Change of Heart. Acoustic version.