Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.
Por Oliverio Girondo.
Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.
Por Oliverio Girondo.
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Por Jorge Luis Borges. Buenos Aires, 1899 – Ginebra, 1986.
Al particular estilo de estos ilustres señores. Y de paso nos reimos un poco, no?
Danza de la lluvia. Por Les Luthiers.
No hacen falta demasiadas cosas en la vida pero sí una habitación con una ventana; una habitación que sea de uno y con una puerta a la que en caso necesario se le pueda añadir un pestillo o echar la llave, como dice Virginia Woolf; una habitación con una ventana por la que entre algo de luz natural y desde la cual se pueda observar un fragmento de vida y un ingreso decente que le conceda a uno el sosiego necesario para sus indolencias o para sus tareas sin beneficio asegurado.
Tomado de Habitaciones con ventanas.
Otro regalo de viernes
La Luna
A María KodamaHay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán.
Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.Por Jorge Luis Borges.