Así llamó Eliseo Diego a uno de sus poemarios; uno de esos, que te llenan los sentidos de misa de seis, casa solariega, almuerzos en familia y calma chicha de la siesta por la tarde.
Es domingo y de nuevo pienso en cómo llenar de esas mismas sensaciones este día que se me hace largo; incómodo y largo. Me encantaría alargar la mano y tocar con cada dedo un libro de Bachelard, un lienzo de Chagall, la textura de la voz de Juan Diego Florez, el aroma del café Juan Valdez.
Es domingo en Buenos Aires. Y otoño.
La siesta te acortaría el domingo.
Y lo haría menos incómodo.
Es una anestesia de primera.
Besos.
Hermosa fotografía. Buen domingo. Te mando besos.
Un beso desde la primavera.
De los domingos dijo Gómez de la Serna que son los días en los que envejecemos más… ¡Hay que escapar de esa maldición!
Oye pero todo un acontecimiento que hayas dejado un comment aquí, Ferrer. Gracias!
Besos a todos.
Este post es indecente…mis domingos cada vez son mas cortos y ya la tarde me recuerda la vuelta al cole del lunes :-(…me cedes tus domingos y te doy los míos?
besotes
Chagal no, el café si, el Bachelard tal vez…..que tal un domingo rehaciendo la huerta después del invierno? fatal, no? 🙂 besotes, a partir de pasado mañana ya me toca ese domingo que terminará enseguida