«No llegué a la fotografía en busca de magia, sino como una manera de hablar de mi dolor.»
Jan Phillips
Con Everlasting moments, el director de cine sueco Jan Troell, ha logrado una extraordinaria película sobre un ama de casa, que mantiene viva su alma y ya de paso, a su numerosa familia, con una cámara fotográfica.
Contada por Maja, la hija mayor de María y Sigfrid, su relato va de la admiración al cuestionamiento, del amor al odio, de la frustración a la duda. En una época en la que las mujeres poco podían hacer para ser escuchadas, Maja cuenta aun sin entenderlo del todo, cómo su madre rompió ciertos esquemas de esa sociedad tan patriarcal y mantuvo, a veces a su pesar, la unión de la familia.
María no ama a su marido, pero lo cuida; María lucha por tener un espacio para que su imaginación vuele, mientras aprende a conocer un aparato que cayó en sus manos, por casualidad. Y además cocina, cose, lava, juega con sus hijos y soporta la violencia de Sigfrid. Sufre cuando alguna vez su creatividad la aleja de esos deberes, cuando su corazón osa soñar con otra vida, con otro hombre.
Una pelicula sin estridencias pero profunda en su decir, es lo que Jan Troell nos ofrece, con actuaciones excelentes, donde destaca María Heiskanen, como María y Jesper Christensen, como Sebastián, mentor y confidente de Mrs. Larsson. El ambiente sórdido y chato de un pueblo de campo, la vida de todos los días, sólidamente retratada y la angustia de estas personas que viven en una sociedad dura e intolerante, es también parte del acierto con el que Jan Troell tejió su propia historia.
Desde el primer momento en el que María se detiene a disfrutar la belleza de un carámbano, quedamos asombrados por la atención que presta esta simple mujer a los detalles de la vida.
«No todo el mundo está dotado con el don de ver», Sebastián le dice a María. Y lo que vio Jan Troell es el primer don de cada fotograma de esta gran película.
Everlasting moments. Jan Troell, 2008.