Mi casa es oscura. Pero hay una hora en que la luz entra y se ilumina de forma rara. Es muy tenue, sutil, una luz que no es pretenciosa.
El merlot está encima de la mesa. También la pasta de aceitunas negras, el pan de centeno, la ensalada de radichio, rúcula y lechuga morada. Y la conserva de tomates secos, hecha recién ayer.
Mis pies se enroscan alrededor de mi cuerpo, fríos, en este día.