La explosión del jacarandá es una de las cosas que me ata a esta ciudad. Buenos Aires pierde la adustez y pareciera que el sol toca cada árbol con la luz violeta del atardecer. Luego cuando el calor avanza las veredas se enchastran en un asquete de flores podridas y verano interminable.
Pero ahora, lo que se dice ahora, sólo miro para arriba y veo toda esta hermosura.
Un país con el nombre de un río por Jorge Drexler. Cara B, 2008.
