I put a spell on you

Eunice Kathleen Waymon escondía su nombre verdadero del mandato materno en un bar de Atlantic City luego que la prestigiosa institución Curtis Institute of Music rechazara su petición de continuar allí los estudios de piano clásico, los cuales había comenzado en Juilliard a edad muy temprana. Nació, ella, con un don para ejecutar el piano y desde la edad de tres años, cuando comenzó a tocarlo, su talento la hubiera convertido en la primera mujer negra concertista de música clásica.

En ese bar, donde se hacía llamar Nina Simone, su repertorio al piano se abrió a otros géneros aunque su formación clásica era notoria lo mismo tocando a Gershwin que piezas de jazz inspiradas en una de sus más reconocidas influencias, Duke Ellington.

Pero la palabra que mejor define a Nina Simone es «pasión». Su vida personal, marcada por el racismo visceral de esos años, su militancia de alto compromiso en la lucha por los Derechos Civiles en Estados Unidos durante los años 60 y la música a la que se dedicó en cuerpo y alma, fueron de una intensidad insoslayable, reflejada en cada concierto y en cada protesta.

Abandonó su país y deambuló por el mundo como un paria, muchas veces, aunque su presencia en festivales de jazz y en escenarios más privados demostraban que Nina Simone mantuvo intacta su rebeldía y su manera muy particular de interpretar el piano.

No es posible ser indiferente a una canción de Nina Simone. Su estilo, absolutamente único, sobre todo en vivo, es de una intensidad peculiar que marcó a muchos músicos más jóvenes años después de su muerte. Llegué a ella tarde, hace unos 15 años solamente y me he puesto al día con avidez porque su música cala profundo; tiene el sabor de la transgresión y el color oscuro y brillante de la piel de Nina.

Sus últimos años transcurrieron en el sur de Francia, donde se asentó en 1992.

Resulta difícil elegir qué escuchar de su abundante producción como intérprete. Esta canción es un himno personal de resiliencia, muy Nina, muy intenso. Una de mis favoritas.

De mis recuerdos, en el aniversario 506 de La Habana

Recuerdo un lugar grande, con piso de baldosas, estanterías en penumbra, una cortina de dudosa blancura ocultando la puerta trasera y la pequeña barra de la entrada. Siempre los mismos parroquianos parados o sentados en alguna de las escasas banquetas. El sombrero en las rodillas a punto de caerse y una taza en la mano o uno de esos pequeños vasos de un solo trago, con el primer ron del día. Las conversaciones sobre política o el campeonato de pelota. El ruido afuera; del tren cuando paraba o de los carros en la avenida.
Recuerdo una habitación desordenada en la esquina de Paco y Diez de Octubre. El dueño sentado en el portal por falta de espacio, mientras los libros descansaban en columnas torcidas o en el suelo y el olor a papel viejo.
Recuerdo conversaciones en cuclillas, cuando aún las piernas no se acalambraban en esa posición. Hablábamos de nosotros mismos, pero a través de nuestras lecturas.
Recuerdo estar, café mediante, mezclando lecturas y vidas con la historia de La Habana.
Recuerdo tardes robando libros, vigilando a la señora de la puerta y a la de la caja. Libros de arte, ventanas iluminadas.
Recuerdo noches en silencio y soledad donde veía un espejo en cada gesto.

Andar La Habana por Ireno García.

Veintiséis años

Mi padre solía escribirme de puño y letra. Una carta por semana: eran los años en que yo vivía en el D.F. Mi padre era muy poco dado a expresarse con sentimentalismos. Sus cartas eran exactas: describía los acontecimientos familiares con precisión de relojero y nada más. Pero yo sabía leer entre líneas. Un lunes, en su carta semanal, me transcribió una cancion de Serrat. Hace veintiséis años que me fui de la isla. Y tenía razón mi papá, “Qué va a ser de ti, lejos de casa, nena qué va a ser de ti”.

Las chicas se divierten

Estas son canciones que fui guardando cuando las descubrí. No se si dan para hilvanar una historia. Sí puedo asegurar que las letras y músicas, más, el carisma de las interpretaciones de estas veintidós mujeres son muy cercanas a mi sensibilidad.
La escuchábamos en casa, Ana y yo, y siempre que llegamos a la última canción recordamos a Lucía, la nuestra, que hoy tendría poco más de diecisiete años.
Ampliaremos…

https://open.spotify.com/embed/user/zoepe/playlist/6BvKTC05xVkh7eAy1x0xaK

1.- Fiona Apple, Extraordinary Machine
2.- Tori Amos, I’m Not in Love
3.- Mariana Baraj, La gota de rocío
4.- Sia, Breathe me
5.- Diana Krall, A Case of you
6.- Francisca Valenzuela, Afortunada
7.- Madeleine Peyroux, Dance me to the end of love
8.- Suzzane Vega, Caramel
9.- Joni Mitchell, Both sides now
10.- Nina Simone, My baby just cares for me
11.- Annie Lennox, Pavement Cracks
12.- Norah Jones, What Am I to You?
13.- PJ Harvey, We float
14.- Niña Pastori, No me pidas que no sea un inconsciente
15.- Etta James, Stormy Weather
16.- Xiomara Laugart, Eres nada
17.- Janis Joplin, Little Girl Blue
18.- Feist, Now at last
19.- Marisa Monte, Não é fácil
20.- Regina Spektor, Field below
21.- Ednaswap, Torn
22.- Rosario, Lucía