La película The Last Station me picó como un aguijón en la curiosidad. Con mi compañero de platea esa noche en el Paris Theatre, estuvimos especulando acerca de la veracidad del relato cinematográfico, que pretende arrojar luz sobre la muerte de León Tolstoi.
Tolstoi es un antiguo conocido. No digo que haya sido opcional la lectura de sus principales novelas, pero una vez que tuve delante de mis ojos La guerra y la paz, por ejemplo, en la pésima edición de ER allá por el ’82, tuve que agradecer al plan de estudios la inclusión de esa y otras obras de uno de los novelistas rusos más importantes. Leí con placer cada cosa que cayó en mis manos y también ví las fidelísimas adaptaciones al cine que hizo Serguei Bondarchuk hace bastante tiempo ya.
Y cotejamos nuestras propias versiones de la muerte del viejo León Nikolaievich, de su relación complicada con Sofía Andreievna, su mujer por más de 40 años, defensora a ultranza del patrimonio literario de su marido, conflicto en el que se apoya la película.
Busqué información y casi todos los autores coinciden en la descripción de los últimos días del escritor en la estación de Astapovo, atacado por la neumonía y sus 82 años, donde murió rodeado de su médico y su hija menor.
Pero yo lo veo de otra forma. La muerte de Tolstoi también se debe al tormento de un hombre, un tormento moral; la contradicción entre su prédica de vida y la riqueza que detentaba. Tolstoi dejó en manos de su mujer el enfrentamiento con la Rusia austera y profunda, mientras él se lavaba las manos y se dejaba morir en un aparente acto de inmolación cuando en realidad elude el compromiso de una decisión. La muerte salva al anciano, mientras que el dilema en manos de sus herederos no se resolvió hasta años después. En algún lado leí: «los amados de los dioses mueren jóvenes» y si bien no es el caso, porque ya Tolstoi tenía edad suficiente como para morir, el manto de la piedad se convirtió en la mortaja ideal para entrar al paraíso sin manchas.
Es muy recomendable la película, anyway. Las actuaciones de Helen Mirren y Christopher Plummer es de lo mejorcito que hay en ella. También la cuidadísima ambientación de la legendaria Yasnaya Polyana, la casa familiar que defiende Mirren con uñas y dientes, en una soberbia encarnación de Sonia, el apodo con que solía llamársele a la esposa de Tolstoi. El guión fue escrito a partir de la novela de Jay Parini, que no tengo el gusto aún.
Hollywood con tintes eslavos. Esa misma alma eslava que sigue siendo una de mis debilidades.
The Last Station de Michael Hoffman, 2009.
Me ha impresionado «la muerte salvó al anciano».
Que duro.
No sé si certero.
No conozco con profundidad ni su obra ni sus contradicciones.
Te robo la frase.
Besos.
No he visto la peli…la buscaré…pero de la obra de Tolstoi solo tengo elogios….me ayudó a entender mucho mas a los rusos entonces.
Gracias por la ilustración
besotes
Espero que den pronto ese film en Bs.As.
También yo siento una especial debilidad por «el alma eslava»: literatura, música, el idioma, los paisajes…
Tolstoi nació noble, a principios del s.XIX. Con el tiempo se volvió anarquista, fundó numerosas escuelas,muy preocupado por la educación y, hasta donde yo sé, quería donar todas sus riquezas antes de morir. Quizás lo condenó la muerte?
Dosvidanya, spasiva!