Luego de dos encuentros, el tercero fue en el aeropuerto. Arreglaron su primer viaje juntos, con apenas días de haberse visto a los ojos por primera vez. Un vuelo de cabotaje los llevaría a la insípida ciudad donde una señora en su abrigo rojo, los esperaba, mientras sostenía en los brazos a una perra blanca de mucho pelo. Las treinta y seis horas que siguieron a la llegada, los amantes se ajustaron el uno al otro hasta el cansancio. También les alcanzó el tiempo para ir de compras, hacer un buen almuerzo y deambular aburridos por la siesta del domingo.
El siguiente viaje fue más lejos. La partida, una conexión intermedia y el arribo a la inmensa terminal de una ciudad hasta ese momento sólo acariciada en sueños, fue el principio de veintidós días de largas caminatas, miradas atentas, perplejas, con el paladar satisfecho de bocados exquisitos; queso de leche cruda, pan y vino. El otoño bajo la luz de la ciudad más bella los alejó a pesar de la buena convivencia. Ella esperaba la intimidad de esos días como un niño el Día de Reyes, pero la magia sólo alcanzó hasta el quinto de ellos.
Al regreso, idas y vueltas, festejos de cumpleaños, un año que terminó, cambios de trabajo, decisiones tomadas para no comprometer el futuro de ambos, peleas, reconciliaciones, sexo, un poco de casi amor y de nuevo un plan de viaje, aprovechando la Semana Santa. Esta vez no fue. El Domingo de Resurrección los encontró a cada uno por su lado; ella sola, él no se.
Hoy ella le anuncia su próximo viaje, lejos. Él también anuncia uno, aunque cerca. Es de cabotaje, casi en igual fecha que el viaje iniciático de hace un par de años atrás a la ciudad de la señora y su perro.
Hoy los amantes son otros. Ahora sus sueños van como las vías, siempre paralelas e infinitas, separados los rieles por tabiques que hacen tender a cero la probabilidad de cruzarse.
Hoy comparten su viaje con un montón de recuerdos y alguna otra persona.
6 comentarios en “Viajes”
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Las líneas paralelas son tristes y aburridas . Voto por las encrucijadas , con todos sus riesgos .
Le aseguro que yo también, Ele. Pero las líneas paralelas son dos. Una sola no puede decidir torcer y cruzarse si la otra sigue paralela.
Qué lindo Zoepé! Es suyo???
cuando nos enseñaban en el colegio sobre las paralelas, la premisa principal era que nunca se cortan, y a la larga, el sentir que hay un aire que se corta con tijera pero ninguna línea puede hacer ningun movimiento para cortar la otra, es más triste que cualquier corte real…
Odiamos las líneas paralelas, porque son previsibles, porque carecen de emoción y sentimiento…
No las odio tanto, eh? Sólo que a veces me dan ganas de cruzar alguna.
En este momento cualquier cosa palidece. Ana tiene cuarenta de fiebre y ando de acá para allá tratando que baje la temperatura.
Buenas noches, Clarita.
Cuántos años tiene Ana ? Termofrén , Ibupirac ?
Médico , hisopado , antibiótico ?
Bañito en agua tibia , pañitos fríos en la frente?
Seguramente ya pasó y duerme serenamente .
Les mando un beso a las dos .
Estoy segura que cambiaría cualquier paralela o perpendicular por el bienestar de Ana .
A mi siempre me dan ganas de cruzarlas, pero buuuuuu….
Suerte con Anita!!!