Mina

Éramos inseparables. Nos conocimos en el 1983, estrenando nuevos tiempos personales en la universidad.
Compartimos cinco años; madrugadas de café y apuntes, escapadas a la playa, horas y horas fumando y hablando de los poetas.
Fue la primera persona que me sacudió con una carta.
No nos vemos ahora. Sólo intercambiamos algún e-mail en fechas señaladas.
Es una excelente fotógrafa.

Sentada

Sentada

– Dale, mami, una foto!
La luz estaba rara en la calle de los Oficios. Era febrero, cuando el sol es menos invasivo en la isla.
Pero de frente la cámara no tomaba bien lo que yo querí­a decir. Dí­ la vuelta, me detuve justico detrás de ella y apreté suave, como acariciando el obturador.

Payasos

Siempre tuve miedo de los payasos. Mi viejo nos llevaba todos los años a ver el circo soviético en la Ciudad Deportiva y cuando tocaba el turno del claun, yo no paraba de llorar.
Como ejercicio de exorcismo asistí, hace poco, a una función de payasos. La cámara fue un buen aliado y luego cuando veía las fotos descubrí la luz mandarina que pesa en ellas.
A la salida, bajo una lluvia finita, un abrazo me curó definitivamente.