Los relámpagos de agosto

Me paro en las doce menos cinco del 31 de julio. Mejor. Tomo la posición de un corredor de distancias cortas, como Carl Lewis, por ejemplo. Le pido a alguien, un amigo, que haga un ruido parecido al disparo que marca la arrancada. Trato de no hacer una salida en falso, porque tendría que repetir el procedimiento y la verdad que me da pereza. Con el sonido, empiezo a correr; rápido, muy rápido, para que en menos de once segundos mis pies lleguen al 1 de septiembre.
Agosto es un mes de mierda.